Es uno de los
grandes espectáculos de la naturaleza, superior a todas las artes inventadas
por los humanos: Una tormenta eléctrica. Aparte de su belleza estética, una
tormenta de rayos tiene siempre ese componente aterrador, de furia desatada e
incontrolable, que le da un morboso atractivo adicional. De las relámpagos y
truenos huimos, pero nos atraen. Cuando cae en nuestra retina esa milésima de
segundo en que cruza el cielo un rayo zigzagueante, nos encogemos de oculto
terror pero admiramos la potencia de la Naturaleza, indomable… Esas tormentas
en que los relámpagos se solapan, ominosos, y los truenos nos hacen temblar más
que literalmente, nos dejan indefensos; toda nuestra tecnología es inútil para
siquiera escondernos de ese monstruo de energía. Y sin embargo, son tan
comunes… la Tierra siempre despliega tormentas en algún lugar, seguramente
cerca del ecuador, en las grandes llanuras de Norteamérica o Asia, en las
montañas… La atmósfera siempre gira, rueda, roza entre sí y contra el suelo, y
se va cargando, y al tiempo se va descargando, en uno de esos ciclos imbricados
con todos los otros ciclos que mueve, en último término, el Sol. Como el ciclo
del agua, el de la salinidad marina, los biológicos… Pero este ciclo eléctrico
nos asusta y nos pone en nuestro sitio. Menos arrogancia, chicos humanos, que
las cosas de mayores no las sabéis dominar… La otra noche se plantó cerca de
Barcelona una nube atiborrada de electrones y allí estuvo, soltando pequeñas
bombas atómicas dentro de su enorme panza y contra el suelo. Desde Cambrils, a
unos 90-100 kilómetros, no se oían los truenos, pero se dejaba ver la mole de
luz brutal intermitente; debía ser terroríficamente espectacular para los
terrícolas que estaban debajo, con los oídos y ojos saturados de trueno y luz,
la piel gallinácea, la boca seca, y entre el asombro, seguro, el ansia de que
el show vaya acabando… no vaya a caer una colleja de Júpiter demasiado cerca.
Sí, los primero dioses nacieron, en la mente de aquellos humanos remotos y desamparados, de los rayos
tonantes. No es para menos.
Foto satélite en tiempo real, Meteosat, www.sat24.com 1:30am 11.09.2013
Desde mi casa,
desafortunadamente, no podía captar toda la nube, pero hice lo que pude, y al
menos capté parte de ella durante muchos minutos para hacer un timelapse que
quedó muy bien pero no sé poner aquí. En las fotos, de 13 segundos de
exposición a ISO400 y f/6.3 se iban viendo estrellas pasar… las más claras, la
elegante V tumbada del cúmulo de las Híades, con la colorada Aldebarán en un
extremo. Por encima, unas nubes más próximas a Cambrils, de color
amarillo-naranja. Triste testimonio de la contaminación lumínica. En la foto,
la luz desperdiciada por los humanos, símbolo de su estupidez; la luz de Gaia
en relámpagos entrelazados, luz de los ciclos planetarios que nos dan y quitan
la vida; y la luz estelar, lejana, elegante y que parece titilar con sarcasmo
sobre nuestra pequeñez.
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