domingo, 20 de mayo de 2012
Cuando el cielo desaparece
Astronómicamente hablando, llevamos más de dos meses sin rascar bola. Me refiero al menos a los aficionados de esta zona de Tarragona. Dos meses de cielos nublados, neblinosos, cubiertos, tapados, cirrosos, variables, engañosos y hasta lluviosos. Engañosos, sí; es conocido el efecto de que durante el día puede haber un cielo azul hasta el horizonte, de esos que permiten ver con claridad hasta las crestas de las sierras que rodean el Camp de Tarragona, y uno ya piensa con fruición en la noche estupenda que va a quedar… y claro, a medida que se acerca el ocaso aparecen más y más nubes por el oeste que acaban arruinando el plan. También ocurre que la noche esté dudosa, entre Pinto y Valdemoro, y uno decide no arriesgar y no montar el chiringuito. Y al cabo de un par de horas, cuando ya es demasiado tarde para cambiar las decisiones, vuelves a asomarte con temor, a ver cómo está el cielo, y lo ves todo cubierto de nubes. En cierto modo, un alivio, para qué engañarnos.
Otra cosa es que la lluvia ha sido muy escasa. Al menos, ya que no podemos ver el cielo nocturno en condiciones, que llueva con ganas, que es bueno para el campo, la montaña, la ciudad y hasta se trabaja más motivado. Además, personalmente, me gusta la lluvia. No sé si esto lo debería haber confesado, como astrónomo aficionado. Pero ya está dicho. Me gusta que llueva, el sonido, el olor, el frescor, las sensaciones, el ver a la gente, normalmente alborotada y a su bola, como encogida, como apaciguada por la fuerza de la circunstancia, y mirando al cielo, cosa no habitual. La lluvia inspira a la mente, estimula la creatividad, anima a pasear (sí, más que un sol achicharrante, ¿o no?), limpia la ciudad y la atmósfera, nos renueva. Y últimamente llueve menos, y me refiero al último año en Cambrils. No hay que generalizar y proclamar el cambio climático porque desde Junio pasado hayan caído cuatro gotas, pero localmente la sequía es importante. Este invierno por ejemplo, los astrofotógrafos nos hemos puesto las botas, y en este blog he ido poniendo algunas muestras (todavía me quedan unas cuantas). Quizá era un ritmo agotador, eso de estar muchas noches seguidas, desde el cuarto menguante hasta el creciente, al pie del telescopio, o al menos varios ratos por la noche para aprovechar ocho o nueve horas de exposición, noche tras noche. Es posible que estos dos meses de cielos prohibidos sean una oportunidad para descansar y procesar el material obtenido, y cargar pilas por si vuelve la sequía, el anticiclón. Sí, quizá sea bueno para desintoxicar un poco de la astrofotografía… pero echo de menos la parte visual, el contemplar un buen cielo estrellado. Paciencia, ahora ya asoma Hércules, Vega, Deneb, por el Este a medianoche… es el verano.
Pongo una foto de verano pasado, con el sol poniéndose entre nubecillas de esas que sí, adornan el ocaso, pero luego podrían disiparse amablemente- y a veces lo hacen.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario